Testigo silencioso
¡Presente! es tu palabra cotidiana.
Siempre frente a mí, infalible compañero,
con brazos abiertos sostienes mis retos y mis ansias.
En cada encuentro me ofreces un cálido abrazo,
alentando sin preguntar ni objetar mis decisiones;
dispuesto a disolver mil soledades y a sostener mi policromía de sentimientos.
De cada pincelada guardas recuerdo; de cada duda, vestigios.
Tu mayor mensaje y ejemplo: estar siempre de pie y dispuesto.
Eres testigo silencioso de mi historia y de mis sueños,
de mi sendero de angustias y desvelos.
En cada instante sostienes mi espejo, y me sugieres: ¡Mírate!
Melina Litauer (Abril 2011)