Mandalas
Casi sin buscarlo, me ha llegado una herramienta que se dispone dócilmente para el juego.
A menudo acepto su invitación y, a medida que me interno en sus reglas, todo es sorpresa y júbilo.
Me va proponiendo el disfrute de las formas y el color, capa sobre capa, en una danza mágica.
Mi rostro sonríe, mis pupilas festejan y el corazón disfruta como si fuera un niño con un nuevo juguete.
El niño deja volar su fantasía y extasiado dice: ¡Gracias!